viernes, 26 de septiembre de 2008

Plaza del Pintor Isidoro Marín

Bueno, pues la plaza del Pintor Isidoro Marín Garcés (1863-1926) ya es transitable. Desde julio hasta hasta hace unos 10 días una cuadrilla de operarios del Ayuntamiento (en régimen de subcontrata, supongo), ha trabajado para reconvertir la explanada de asfalto, ideal para abandonar coches viejos y para que aparcaran algunos residentes, en una plazuela simpática, sin personalidad -eso sería pedir demasiado, pedir lo imposible-, transitable, con grandes aceras, su señalización nueva, unos 40 árboles jóvenes que se harán viejos con el mismo tamaño -¡ojalá me equivoque- porque los alcorques son de miniatura, que yo los he visto, ideales para geranios o rosales, pero no para convertirse nunca en árboles altos y frondosos que den buenas sombras en verano. En fin, visto cómo está el patio, supongo que no se puede pedir más. Así está bien: es mejor que lo que había, y eso ya es bastante en los tiempos de decadencia y escepticismo que corren. Ahora hay sus bancos, sus farolas sin diseño -bastante diseño tenmos con las de la Gran Vía-, su papeleras ideales, su fuente con dos alturas, deferencia hacia los discapacitados, y su treintena de plazas de aparcamiento. El gran espacio libre que han dejado en las aceras supongo que está pensado para incentivar a abrir negocios en los bajos comerciales que ahora están vacíos. Supongo que alguno de ellos pertenece o está alquilado por el ayuntamiento porque los operarios han guardado en él algunos de sus útiles durante el periodo de la obra. En la plaza hay -por ahora- tres bares: La Teja, Santi y Los Cuñaos, que se estarán celebrando el verano que viene esos espacios liberados para plantar sus benditas terrazas de ideales mesas y sillas de plástico. (Recordemos que hace poco se publicó uno de esos datos absurdos según el cual en Granada existe un bar po cada 92 habitantes, el promedio más alto de toda Andalucía). La verdad es que estaría bien que la plaza se animara con nuevos negocios que no sean ni bares ni pubs ni peluquerías. Respecto al pintor que da nombre a la plaza, tengo que reconocer mi ignorancia: ni la más remota idea de quién es o de qué pinta. Seguiré investigando. El nombre se presta a todo tipo de variaciones -la más fácil, Plaza del Pintor Isidro Martín-, y desde luego no hay vecino en el barrio capaz de recordarlo. Bueno. El álamo blanco que cayó de cuajo ha sido repuesto. Su hueco está ocupado por una especie de tallo. No confío mucho en el porvenir de estos árboles nuevos. Y tampoco en el de los otros tres álamos blancos que quedan. Al parecer NUNCA los han podado; dicen que están enfermos -uno de ellos se apoya claramente sobre la farola vecina- y que los van a arrancar. Claro, son una amenaza "al honorable gris local". Vamos a ver si el Servicio de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Granada se ocupa de sus deberes, poda, abona, cuida los árboles, e indulta a estos tres álamos. La plaza podría haberse convertido en Otra Cosa, en algo nuevo, algo hermoso, con ginkgos biloba, con un estanque, con algo de césped y una zona reservada para los niños pequeños. Pero, como digo, eso es pedir demasiado. Bastante ha habido con reducir el manto de asfalto a cambio de una hermosa pista de losas de cemento.

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