Vaya usted a saber quién es el pintor Isidoro Marín. Supongo que tendría que hacer una investigación al respecto; pero tampoco estaría de más que el ayuntamiento -o el responsable de adjudicar los nombres de las vías públicas- se hubiera tomado la molestia de explicarlo y de prever una placa con unas cuantas líneas, sin faltas de ortografía, glosando su figura. Así que estoy en todo mi derecho de inventarme una personalidad para este artista que da nombre a una de las plazas del barrio, en concreto, la plaza que se ve en la foto.
No sé yo si el hombre estaría muy contento: esto no es plaza ni es nada. Bueno, sí, es un aparcamiento. En ese caso, sería más apropiado que la placa dijera: "Aparcamiento del Pintor Isidoro Marín". Como aparcamiento, lo tiene todo: asfalto, espacio, polvareda, manchas de aceite, coches, camiones, remolques, furgonetas, etc. Y también mesas y sillas de plástico en las terrazas de los bares con olor a fritanga de la zona. En fin, un sitio donde no pasear.
Entiendo que una plaza es otra cosa. Quizá habría que empezar por definirlo. Una plaza es un lugar de esparcimiento, un lugar tranquilo para el encuentro, para la comunicación entre los vecinos y los visitantes. Una plaza NO es un lugar para aparcar ni para hacer piruetas con el quads de turno ni para poner el coche tuneado con una música ratonera.
La Asociación de vecinos del barrio me ha asegurado que existe el proyecto de adecentar esta plaza, tal como han hecho con la plaza gemela próxima a la carretera de Jaén. A ver si lo hacen de verdad.
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