viernes, 7 de septiembre de 2007

Mercadillo y Rastro en domingos y festivos

Esta es la Avenida de Joaquina Eguaras: es la arteria que vertebra el barrio, y debería estar más mimada en sus dotaciones, en la arboleda y en sus atracciones.
Joaquina Eguaras (1897-1981) es un buen nombre para cualquier calle, plaza, biblioteca o centro cultural. No en vano ella fue una de las primeras mujeres intelectuales de la Granada contemporánea. Hizo Magisterio e inició en 1918 la carrera de Filosofía y Letras, lo que la convirtió en la segunda mujer universitaria de Granada. Alumna brillante, que, sin embargo, hubo de entrar los primeros días a la Facultad por la puerta de atrás, concluyó su Licenciatura en 1922 con Premio Extraordinario y Matrícula de Honor en todas las asignaturas. Sin duda, un modelo para todos los hombres, mujeres y travestis del barrio.
Y ya que tenemos la avenida con su perspectiva de árboles que podrían estar mucho más frondosos, el siguiente paso sería organizar un Mercadillo con un poco de gusto, con estilo, con unas exigencias mínimas de calidad y de presentación, con unas estructuras sólidas en las que instalar las carpas, los mostradores, la oferta de artículos.
Podríamos encontrar desde productos de delikatessen, rincones del gourmet a productos artesanales: salazones, repostería, pan de Esfiliana -o buen pan, simplemente, y no ese que venden en la panadería de al lado de mi casa y que parece goma de mascar-, melocotones de Purullena, aguacates y chirimoyas de Almuñécar, chorizo de Noalejo, espárragos de Huétor Tájar, roscos de Loja, piononos de Santa Fe, quesos de La Alpujarra, aceite de las almazaras de Montillana y Benalúa de las Villas, hortalizas de la vega, flores, mascotas, cerámica de Fajalauza, además de todo tipo de productos foráneos o especialmente frecuentes en la gastronomía de los ciudadanos extranjeros que residen en nuestra ciudad: soja, pasta china, fríjoles...
A la vez también serviría de Rastro para venta de libros, discos o artículos variados de segunda mano; artesanías de cuero o madera, muebles y objetos de decoración que no tienen cabida en las mudanzas, grabados, antiguallas que dejaron de gustarnos -el teléfono de baquelita negra de la tía Enriqueta, etc.
Sería una opción frente a quedarse durmiendo los domingos por la mañana.
Pero además, los bares de los alrededores podrían sacar sus mesas -mesas con cierto empaque, por favor: ya está bien del cutrerío de mesas de plástico de la coca-cola o de San Miguel- y sacarse unos cuartos con los desayunos y el aperitivo. Y nos serviría para hacer un poco de ejercicio, que tanta falta nos hace. (Ya saben que también esta avenida lleva como sobrenombre "avenida del colesterol").
Quizá con el tiempo lo veamos, pero tenemos que pedirlo, solicitarlo, sugerirlo o incluso exigirlo.
(Sus propuestas y sugerencias son bienvenidas. Gracias)

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