Otro de los puntales del barrio, junto al centro Comercial Alcampo y la avenida Joaquina Eguaras, es la Estación de Autobuses, situada en la carretera de Jaén. No quiero cebarme en críticas a la Estación, pero sí es cierto que podrían haberse previsto una serie de cuestiones para que funcionara mejor.
Por el momento, la Estación solventa las necesidades de los usuarios, sin que sus prestaciones sean para tirar cohetes tampoco. Ofrece una serie de servicios como consigna, cafetería, bancos donde sentarse, cajeros automáticos, aseos... Pero hay que decir que en determinados momentos de mayor tránsito viajero los vestíbulos y las ventanillas no dan abasto para albergar y atender al público. Esta circunstancia debería haber sido prevista cuando se inauguró la estación hace unos años. Pero está visto que esa mínima previsión de futuro no la tiene ninguno de los profesionales que se dedican a modernizar las estaciones de autobuses en la mayor parte de España (no conozco toda España). No hay más que subir en Continental Auto y bajarse en la Estación de Méndez Álvaro de Madrid, un sitio cutre, cochambroso, mugriento y agobiante. Aquella estación, que se inauguró en 1997 para cerrar la estación de Palos de la Frontera, igualmente cutre y mugrienta, se quedó pequeña a los 5 minutos de cortar la cinta.
Por el momento, la estación de autobuses de Granada no da asco. Bueno, eso es algo que tenemos ganado respecto a la citada estación de Madrid. Pero no hay que descuidarse.
En lo que respecta a la atención al público, la cosa falla. Hay que ir con mucho aplomo para no salir escaldado tras formular en la ventanilla de "Información" una simple pregunta como: ¿Me puede decir los horarios de la Consigna?" La respuesta puede oscilar entre:
- Vaya a preguntarlo a la consigna; yo no los sé.
- Esto es información de Alsina Graells, así que tiene que preguntar en otro sitio...
- Pues no tengo ni idea. Ahora te llamo, Maripepa, que la gente no te deja tranquilo ni un momento...
Lo cierto es que el volumen de trabajo en la estación tiene altos y bajos muy pronunciados, y el personal no es reforzado en los momentos de mayor trasiego. A eso se unen las frustraciones personales y el descaro de gran parte del público. Pero entre todos, las cosas podrían hacerse mejor.
Se necesita, pues, una ventanilla única de Información Global, con los horarios y teléfonos de todas las compañías que llegan y salen de la estación. Tiene que haber folletos claros con esta información. Y también se puede ofrecer la información turística sobre la ciudad. Los viajeros que llegan a Granada tienen que tener un buen recibimiento, y la cacareada malafollá granadina no puede ser la carta de presentación. ¡Ya está bien!
Los aseos tienen que ser mucho más modernos e higiénicos. La cafetería también tiene que modernizarse y ofrecer productos de calidad.
En el exterior, frente a las dársenas, tiene que haber más bancos; resultan insuficientes.
En temporada alta, en vacaciones y puentes, las ventanillas de venta de billetes tienen que funcionar la 100%. La fluidez ayuda a calmar los nervios y a que todo transcurra con más agrado.
El personal de la estación tiene que tener claro que no puede responder al público como si le hablara a delincuentes comunes, y que dentro del sueldo se les exige una dosis mínima de simpatía y don de gentes. Si no, fregar escaleras en un sótano puede ser un buena opción laboral: allí no tienen que tratar con nadie.
Y los viajeros tienen que empezar a prever sus viajes y a comprar sus billetes con cierta antelación. Asi podrán apurar hasta el último minuto comprando en el Alcampo. Pero lo que no es de recibo es llegar cargados como mulas a la cola, resoplando, exigiendo, queriendo colarse y amenazando a los taquilleros porque van a perder el coche para Bogarre.
A ver si pueden dedicar un poquito de presupuesto para solventar estos detalles y así evitar que la estación se convierta en un lugar inmundo.